Contra la violencia doméstica


Aprendiendo a Vivir, es un proyecto fotográfico que consta de 20 imágenes cuya narración se basa en el duro camino que lleva la persona maltratada en su lucha por el avance hacia la salida de ese oscuro túnel. Es un antídoto por el que, el concepto de depresión o dolor no es absoluto, sino, un estado pasajero que ha de romperse dando lugar a un nuevo estado de crecimiento personal, dejando fuera todo concepto universal, establecido y doliente, de la tan manida aceptación que se tiene del término “Maltrato”.

El proyecto surge a partir de un estudio periodístico, por el que se recogen un conjunto de vivencias reales descritas por las propias víctimas, y que son el punto de partida de creación fotográfica. Las imágenes no son, sólo, una simple representación de las historias contadas sino que, además, para estas personas supone un gesto de aceptación y de lucha contra el silencio.

Nuestra propuesta subraya la insistencia en la dificultad de la mirada placentera del espectador respecto a la imagen, jugando con la sutileza.

El conjunto de fotografías adquiere, a través del la composición, un toque irreal de extraordinaria belleza, que se rompe con el discurso de la propia obra, buscando la descontextualización de las situaciones al incorporar un elemento extraño referente al maltrato, que se va matizando hasta llegar a una mayor sinestesia perceptiva, entre situación y sensación de completo bienestar.

La temática abarca desde las imágenes más alusivas a los momentos posteriores más cercanos al maltrato hasta la progresiva superación por las actividades sociales y personales que llevan a una mayor autodeterminación personal, dotando a la exposición de un recorrido sentimental y reflexivo que nos acerca a un mundo que aún todavía nos resulta lejano.

Este viaje desea convertir en arte la progresión de sentimientos que nos remiten las obras, jugando con dobles significados entre la rudeza de la verídica historia narrada y la belleza de la imagen creada. Es una creación visual, donde la afable teatralidad de la imagen trata de absorber al espectador llegando a ese fin esperanzador que toda persona ha de conseguir.

A nivel técnico y fotográfico se han usado iluminaciones con alto contraste para enfatizar la imagen, remarcando el mensaje. A su vez se han empalidecido los colores dejando sobresalir algunos como el morado o el rojo: el rojo principal heredero de la pasión y el morado, color propio de la violencia de género.

Todas las capturas se han realizado a través de la composición en escena, apoyándonos en maquillaje y peluquería y evitando así todo fotomontaje por ordenador.